¨ La música no expresa nada ¨. Frase citada por un compositor neo ruso a inicios del siglo XX. Hoy en día esta expresión que parecía golpear a muchos músicos en el fondo a llegado a tener sentido, ya que lo que en realidad intenta decirnos es que la música es solo un medio para transcribir nuestros pensamientos y lo que en realidad expresa algo o da sentido a una obra son los recursos no musicales que utiliza el compositor. Lo que nos deja con la verdadera intención que tenía el compositor cuando dijo esta frase ¨ La música es tan solo surrealismo ¨.
Explico: Si Antonio Vivaldi no habría titulado ¨ las 4 estaciones ¨ a los primeros 4 conciertos para violín de su colección de ¨ Il cimento dell´ armonia e dell invenzione Rv 8¨, los oyentes de hoy en día no podrían proyectar una imagen sonora de las 4 estaciones que plasmó el autor en su música, sino mas bien la gente tomaría estas 12 piezas como simples movimientos de 4 conciertos para violín, al igual sus otros 446 conciertos de esta colección.
Este caso se puede relacionar con el taller de las máscaras donde un grupo de personas se debe cubrir la cara con el motivo de evitar comunicación verbal y contacto visual directo, un moderador repartirá en sobres sellados profesiones que cada persona del grupo deberá interpretar en frente de sus compañeros para que estos adivinen. A la hora de salir la persona al verse privado de habla y expresión facial esta se ve en el mismo problema que un compositor a la hora de mostrar su obra ¿Cómo hacer para que la gente entienda mi idea sin necesitar de algo que me esta prohibido?
Hoy en día gracias a la nueva vanguardia que adoptó el arte, el compositor se ve forzado a ir más allá de una hermosa melodía melancólica que demuestre su estado de ánimo, ya que la heurística se volvió primordial. E ahí donde los compositores pueden adoptar una manera alternativa de expresarse, usando otros medios que vayan mas allá de algo melosamente hermoso, como por ejemplo John Cage que para demostrar las muchas maneras de interpretar un instrumento se le ocurre preparar un piano de cola con objetos dentro de la caja de resonancia encontrando así un timbre diferente en el instrumento, o el arte minimalista de Philip Glass, quien prefiere utilizar secuencias melódicas repetitivas y monótonas para expresar mil ideas.
Así mismo para el taller de las máscaras se puede ver la solución de recurrir a una manera de expresión alternativa que es lenguaje corporal, el cual consiste en transmitir un mensaje mediante: mímica, señas con las manos u objetos que rodean a una persona. Incluso se podría decir que este es el lenguaje universal ya que no se necesitaría de una lengua, idioma o fonema a cuales están acostumbrados los humanos, por lo que se puede ver claramente que si se adoptara este método alternativo de comunicación habría una manera más fácil de comprensión entre todo ser humano púes como dijo este compositor solo nos hace falta aceptar que: Las palabras no expresan nada.
Historia del tango
Dicen que el origen de la palabra tango es anterior al baile y que por el año 1803 figuraba en el diccionario de la Real Academia Española como una variante del tángano, un hueso o piedra que se utilizaba para el juego de ese nombre. Pero ya en 1889 la institución normativa de la lengua incluía una segunda acepción del tango como "fiesta y baile de negros y de gente de pueblo en América". Sin embargo, debieron pasar casi 100 años para que el diccionario definiera al tango como "baile argentino de pareja enlazada, forma musical binaria y compás de dos por cuatro, difundido internacionalmente"
Otros estudiosos de la música ciudadana argumentan que el vocablo es propio de las lenguas africanas que llegaron con los esclavos al Río de la Plata y cuyo significado sería "lugar cerrado".
Con estas definiciones de la palabra podemos ver que el tango es hijo directo de un intenso mestizaje. Se sabe que los primeros tangueros eran afroargentinos y afrouruguayos; que el bandoneón proviene de Alemania; que su sensualidad deriva de su origen prostibulario, donde los inmigrantes europeos que llegaban solos a buscar empleo mantenían relaciones sexuales con las nativas, mayoritariamente afroargentinas e indoamericanas denominadas «chinas».
El nacimiento del tango se produjo a mediados del siglo XX, con la formación de conglomerados habitacionales alrededor de la joven ciudad de Buenos Aires, allí vivían, paisanos llegados del interior, inmigrantes europeos y algunos porteños de escasos recursos que, quizás para diferenciarse o para generar arraigo, marcaron con impulso propio las nuevas expresiones populares, formando así una nueva clase social para la época y comenzando a crear manifestaciones culturales, resultante de esta mezcla el tango, que se caracterizó por poseer códigos muy cerrados, sólo abordables por las clases trabajadoras.
Debido a esta imposibilidad de comprensión de parte de otros públicos, la difusión del tango fue complicada, por lo que el estilo se vio ligado al acompañamiento de las danzas de salón que involucraban a una mujer y un hombre abrazados, las que fueron casi premonitorias al tango mismo en su modo musical más característico. Ni qué hablar del tango cantado que llegó bastante después Ya que poco a poco se descubría en las academias y en los teatros, en las comedias, zarzuelas y otras obras para canto, actores que empezaron a cantar coplas que se acompañen de este estilo.
Esencialmente porteño, muchos escritores consideran que el tango de finales del '80 combinaba varios estilos de música. En él estaría involucrada la coreografía de la milonga, el ritmo del candombe y la línea melódica, emotiva y sentimental de la habanera. Pero también recibió influencia del tango andaluz, del chotis y del cuplé, a los que se agregan las payadas puebleras y las milongas criollas
Pero el tango pese a haber estado evolucionando como una danza, ya a comienzos del nuevo siglo, fue madurando en las manos expertas de grandes hombres, que inspirados en el ¨ caldo popular ¨, fueron plasmando en sus composiciones lo más rico de la cultura porteña. La temática se refiere siempre al hombre común y sus problemas, la ciudad y los recuerdos. De este modo un tango se convierte en un retrato de Buenos Aires y su gente.
Los más antiguos compositores e intérpretes de tango que se conocen aparecieron en las dos primeras décadas del siglo XX. El primer tango con autor conocido es El entrerriano, de Rosendo Mendizábal, publicado en 1898.
En esta época surgirá Carlos Gardel, quien agregaría al estilo cantado lo que definiría la identidad del tango Argentino. Iniciado en 1910, es el más recordado cantante de tango de los años veinte y treinta. Muchos de los temas que interpretaba los compuso él mismo y encargó sus letras a su inseparable compañero, el poeta Alfredo Le Pera. Gardel, que comenzó su carrera en comités políticos de los suburbios fabriles de Buenos Aires, cantó en París y en Nueva York, filmó varias películas en EE. UU. Se convirtió en un mito para los rioplatenses cuando murió en un accidente de aviación en Medellín (Colombia). Algunos de los tangos famosos de esta primera época son La cumparsita, El choclo, Caminito, El día que me quieras, Por una cabeza, etc.
Pasada ya la época en la que Gardel hizo posible la expansión de este estilo por todo el mundo, en los cuarenta el tango alcanzaría su edad dorada ya que este comienza a interpretarse en locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes alimentaron a su vez a los letristas, que en sus versos contraponían el lujurioso cabaret y los desbordes de la vida nocturna a la infancia en el arrabal, paisaje éste que adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.
Grandes orquestas, como las de Juan D’Arienzo, Carlos Di Sarli, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo (1914-1975), Horacio Salgán (1916-), Ángel d' Agostino o Miguel Caló actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales, y, con ellos, creció enormemente la industria discográfica en la Argentina. Letristas de gran vuelo —Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi— dieron al tango composiciones inolvidables, signadas por la amarga crítica de costumbres (Discépolo), el matiz elegíaco y las metáforas inspiradas en grandes poetas (Manzi, Castillo), la recurrente pintura de ambientes sofisticados con resonancias del poeta modernista Rubén Darío (Cadícamo). Otros notables cantantes de la época fueron el Polaco Goyeneche, Edmundo Rivero, Ángel Vargas, Francisco Fiorentino, Héctor Mauré y Alberto Podestá. Por su parte, Homero Expósito y José María Contursi también escribieron las letras de algunos tangos.
Desde fines de los años cincuenta comenzarían a surgir corrientes tangueras renovadoras. Los primeros fueron músicos como Mariano Mores y Aníbal Troilo que empezaron a experimentar con nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el marplatense Astor Piazzolla.
Criado en las calles de Chicago, donde adquirió gran influencia del Jazz y la música barroca de Bach, en allí aprendió a hablar fluidamente cuatro idiomas: castellano, inglés, francés e italiano. Comenzó a tocar el bandoneón en 1929 cuando su padre, nostálgico de su Italia natal, le compró uno en una casa de empeños por 18 dólares. En 1933 tomó clases con Bela Wilda, un pianista húngaro que era discípulo de Serguéi Rachmáninov.
En 1937 volvió a Argentina, donde el tango estrictamente tradicional aún reinaba. Mientras tanto, Astor tocaba en clubes nocturnos con una serie de grupos, incluyendo la orquesta de Aníbal Troilo, considerado en ese momento el mejor bandoneonista y líder en Buenos Aires. Fue aconsejado de estudiar con el compositor Alberto Ginastera y posteriormente con Raúl Spivak. Introducido en grabaciones de Stravinsky, Bartók, Ravel, entre otros, iba cada mañana a oír la orquesta del Teatro Colón, mientras continuaba tocando tango de noche.
En 1953 al ganar un concurso de composición con su obra sinfónica Buenos Aires le fue otorgada una beca para estudiar con Nadia Boulanger quien le haría encontrar una solución a su problema de decidirse si música clásica o tango, haciéndole ver que podía mezclar ambos y así sería que podemos encontrar en su repertorio obras como tres conciertos para bandoneón o su sinfonía tango, además de notar pasajes de música atonal, una rítmica complicada en su disco de tango contemporáneo.
La música de Piazzolla produjo una apasionada controversia entre tradicionalistas y renovadores, sobre si «eso» era o no tango. El punto culminante de esa controversia fue el Festival de la Canción de Buenos Aires realizada en el Luna Park en 1969, en el que Astor Piazzolla y el uruguayo Horacio Ferrer presentaron un valsecito tanguero, Balada para un loco, interpretado por Amelita Baltar en la sección correspondiente al tango. La canción produjo un escándalo descomunal que llevó a los organizadores a cambiar las reglas para evitar que Balada para un loco ganara el festival. Pese a ello, el nuevo tango-canción, ganó la adhesión popular, especialmente entre los jóvenes y se volvió un éxito de ventas como hacía años que el tango no tenía.
Piazzolla comenzo a experimentar con las sonoridades y es ahí donde empieza a ser reconocido como el que inicio la renovación instrumental del tango con su octeto, que incluía instrumentos hasta entonces absolutamente ajenos al tango, como los eléctricos (guitarra, bajo, teclados, sintetizador), la batería y el saxo. También con él ingresaron al tango instrumentistas de excepción como el violinista Antonio Agri y el guitarrista Cacho Tirao, y un cantante como José Ángel Trelles quienes sumarían sus talentos a experimentados del género como Enrique Kicho Díaz, Osvaldo Manzi o Jaime Gosis entre otros. Piazzolla también realizó una audaz fusión tango-jazz con el saxofonista estadounidense Gerry Mulligan en 1974 (registrado en el álbum Reunión cumbre) e influyó considerablemente en el subgénero conocido como rock nacional argentino, desarrollado a partir de la segunda mitad de los años sesenta.
Pocos años después, (comenzando precisamente a partir de la obra innovadora de Piazzolla) se observa que el fenómeno de aculturación mundial que deriva en fusiones musicales entre lenguajes, si bien de origen geográfico cierto, considerados como universalmente difundidos (jazz, rock, música electrónica) y músicas étnicas o locales, también ha llegado al tango. Se trata de fusiones del tango con el jazz, el rock y la electrónica, siendo esta última la más difundida, con ejemplos tales como Bajofondo Tango Club, Idealtango, Gotan Project y Tanghetto. Entre aquellos que fusionan con el jazz, se puede encontrar al pianista Adrián Iaies, el contrabajista Pablo Aslan o al saxofonista Miguel de Caro, entre otros.
En 1992 muere Piazzolla, pero pese a esto Argentina no se da por vencida y con motivos de agradecer a músicos como Gardel y Piazzolla y encontrar talentos que hayan sido criados con influencia de sus obras empieza a organizar en Buenos Aires la Cumbre Mundial del Tango, con el fin de reunir a los mejores artistas de tango de cada parte del mundo. Este festival seguirá pero no solo en Argentina sino que se expandirá por el resto del mundo, y entonces en 1994 la cumbre se celebrara en Granada (España), siguiendo por Montevideo en 1994, en 1998 en Lisboa, en 2000 en Rosario (Santa Fe), en 2005 en Sevilla, en 2007 en Valparaíso y en 2009 en Bariloche. Y en el siguiente año 2011 la cumbre se realizará en Seinäjoki (Finlandia).
Otros estudiosos de la música ciudadana argumentan que el vocablo es propio de las lenguas africanas que llegaron con los esclavos al Río de la Plata y cuyo significado sería "lugar cerrado".
Con estas definiciones de la palabra podemos ver que el tango es hijo directo de un intenso mestizaje. Se sabe que los primeros tangueros eran afroargentinos y afrouruguayos; que el bandoneón proviene de Alemania; que su sensualidad deriva de su origen prostibulario, donde los inmigrantes europeos que llegaban solos a buscar empleo mantenían relaciones sexuales con las nativas, mayoritariamente afroargentinas e indoamericanas denominadas «chinas».
El nacimiento del tango se produjo a mediados del siglo XX, con la formación de conglomerados habitacionales alrededor de la joven ciudad de Buenos Aires, allí vivían, paisanos llegados del interior, inmigrantes europeos y algunos porteños de escasos recursos que, quizás para diferenciarse o para generar arraigo, marcaron con impulso propio las nuevas expresiones populares, formando así una nueva clase social para la época y comenzando a crear manifestaciones culturales, resultante de esta mezcla el tango, que se caracterizó por poseer códigos muy cerrados, sólo abordables por las clases trabajadoras.
Debido a esta imposibilidad de comprensión de parte de otros públicos, la difusión del tango fue complicada, por lo que el estilo se vio ligado al acompañamiento de las danzas de salón que involucraban a una mujer y un hombre abrazados, las que fueron casi premonitorias al tango mismo en su modo musical más característico. Ni qué hablar del tango cantado que llegó bastante después Ya que poco a poco se descubría en las academias y en los teatros, en las comedias, zarzuelas y otras obras para canto, actores que empezaron a cantar coplas que se acompañen de este estilo.
Esencialmente porteño, muchos escritores consideran que el tango de finales del '80 combinaba varios estilos de música. En él estaría involucrada la coreografía de la milonga, el ritmo del candombe y la línea melódica, emotiva y sentimental de la habanera. Pero también recibió influencia del tango andaluz, del chotis y del cuplé, a los que se agregan las payadas puebleras y las milongas criollas
Pero el tango pese a haber estado evolucionando como una danza, ya a comienzos del nuevo siglo, fue madurando en las manos expertas de grandes hombres, que inspirados en el ¨ caldo popular ¨, fueron plasmando en sus composiciones lo más rico de la cultura porteña. La temática se refiere siempre al hombre común y sus problemas, la ciudad y los recuerdos. De este modo un tango se convierte en un retrato de Buenos Aires y su gente.
Los más antiguos compositores e intérpretes de tango que se conocen aparecieron en las dos primeras décadas del siglo XX. El primer tango con autor conocido es El entrerriano, de Rosendo Mendizábal, publicado en 1898.
En esta época surgirá Carlos Gardel, quien agregaría al estilo cantado lo que definiría la identidad del tango Argentino. Iniciado en 1910, es el más recordado cantante de tango de los años veinte y treinta. Muchos de los temas que interpretaba los compuso él mismo y encargó sus letras a su inseparable compañero, el poeta Alfredo Le Pera. Gardel, que comenzó su carrera en comités políticos de los suburbios fabriles de Buenos Aires, cantó en París y en Nueva York, filmó varias películas en EE. UU. Se convirtió en un mito para los rioplatenses cuando murió en un accidente de aviación en Medellín (Colombia). Algunos de los tangos famosos de esta primera época son La cumparsita, El choclo, Caminito, El día que me quieras, Por una cabeza, etc.
Pasada ya la época en la que Gardel hizo posible la expansión de este estilo por todo el mundo, en los cuarenta el tango alcanzaría su edad dorada ya que este comienza a interpretarse en locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes alimentaron a su vez a los letristas, que en sus versos contraponían el lujurioso cabaret y los desbordes de la vida nocturna a la infancia en el arrabal, paisaje éste que adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.
Grandes orquestas, como las de Juan D’Arienzo, Carlos Di Sarli, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo (1914-1975), Horacio Salgán (1916-), Ángel d' Agostino o Miguel Caló actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales, y, con ellos, creció enormemente la industria discográfica en la Argentina. Letristas de gran vuelo —Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi— dieron al tango composiciones inolvidables, signadas por la amarga crítica de costumbres (Discépolo), el matiz elegíaco y las metáforas inspiradas en grandes poetas (Manzi, Castillo), la recurrente pintura de ambientes sofisticados con resonancias del poeta modernista Rubén Darío (Cadícamo). Otros notables cantantes de la época fueron el Polaco Goyeneche, Edmundo Rivero, Ángel Vargas, Francisco Fiorentino, Héctor Mauré y Alberto Podestá. Por su parte, Homero Expósito y José María Contursi también escribieron las letras de algunos tangos.
Desde fines de los años cincuenta comenzarían a surgir corrientes tangueras renovadoras. Los primeros fueron músicos como Mariano Mores y Aníbal Troilo que empezaron a experimentar con nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el marplatense Astor Piazzolla.
Criado en las calles de Chicago, donde adquirió gran influencia del Jazz y la música barroca de Bach, en allí aprendió a hablar fluidamente cuatro idiomas: castellano, inglés, francés e italiano. Comenzó a tocar el bandoneón en 1929 cuando su padre, nostálgico de su Italia natal, le compró uno en una casa de empeños por 18 dólares. En 1933 tomó clases con Bela Wilda, un pianista húngaro que era discípulo de Serguéi Rachmáninov.
En 1937 volvió a Argentina, donde el tango estrictamente tradicional aún reinaba. Mientras tanto, Astor tocaba en clubes nocturnos con una serie de grupos, incluyendo la orquesta de Aníbal Troilo, considerado en ese momento el mejor bandoneonista y líder en Buenos Aires. Fue aconsejado de estudiar con el compositor Alberto Ginastera y posteriormente con Raúl Spivak. Introducido en grabaciones de Stravinsky, Bartók, Ravel, entre otros, iba cada mañana a oír la orquesta del Teatro Colón, mientras continuaba tocando tango de noche.
En 1953 al ganar un concurso de composición con su obra sinfónica Buenos Aires le fue otorgada una beca para estudiar con Nadia Boulanger quien le haría encontrar una solución a su problema de decidirse si música clásica o tango, haciéndole ver que podía mezclar ambos y así sería que podemos encontrar en su repertorio obras como tres conciertos para bandoneón o su sinfonía tango, además de notar pasajes de música atonal, una rítmica complicada en su disco de tango contemporáneo.
La música de Piazzolla produjo una apasionada controversia entre tradicionalistas y renovadores, sobre si «eso» era o no tango. El punto culminante de esa controversia fue el Festival de la Canción de Buenos Aires realizada en el Luna Park en 1969, en el que Astor Piazzolla y el uruguayo Horacio Ferrer presentaron un valsecito tanguero, Balada para un loco, interpretado por Amelita Baltar en la sección correspondiente al tango. La canción produjo un escándalo descomunal que llevó a los organizadores a cambiar las reglas para evitar que Balada para un loco ganara el festival. Pese a ello, el nuevo tango-canción, ganó la adhesión popular, especialmente entre los jóvenes y se volvió un éxito de ventas como hacía años que el tango no tenía.
Piazzolla comenzo a experimentar con las sonoridades y es ahí donde empieza a ser reconocido como el que inicio la renovación instrumental del tango con su octeto, que incluía instrumentos hasta entonces absolutamente ajenos al tango, como los eléctricos (guitarra, bajo, teclados, sintetizador), la batería y el saxo. También con él ingresaron al tango instrumentistas de excepción como el violinista Antonio Agri y el guitarrista Cacho Tirao, y un cantante como José Ángel Trelles quienes sumarían sus talentos a experimentados del género como Enrique Kicho Díaz, Osvaldo Manzi o Jaime Gosis entre otros. Piazzolla también realizó una audaz fusión tango-jazz con el saxofonista estadounidense Gerry Mulligan en 1974 (registrado en el álbum Reunión cumbre) e influyó considerablemente en el subgénero conocido como rock nacional argentino, desarrollado a partir de la segunda mitad de los años sesenta.
Pocos años después, (comenzando precisamente a partir de la obra innovadora de Piazzolla) se observa que el fenómeno de aculturación mundial que deriva en fusiones musicales entre lenguajes, si bien de origen geográfico cierto, considerados como universalmente difundidos (jazz, rock, música electrónica) y músicas étnicas o locales, también ha llegado al tango. Se trata de fusiones del tango con el jazz, el rock y la electrónica, siendo esta última la más difundida, con ejemplos tales como Bajofondo Tango Club, Idealtango, Gotan Project y Tanghetto. Entre aquellos que fusionan con el jazz, se puede encontrar al pianista Adrián Iaies, el contrabajista Pablo Aslan o al saxofonista Miguel de Caro, entre otros.
En 1992 muere Piazzolla, pero pese a esto Argentina no se da por vencida y con motivos de agradecer a músicos como Gardel y Piazzolla y encontrar talentos que hayan sido criados con influencia de sus obras empieza a organizar en Buenos Aires la Cumbre Mundial del Tango, con el fin de reunir a los mejores artistas de tango de cada parte del mundo. Este festival seguirá pero no solo en Argentina sino que se expandirá por el resto del mundo, y entonces en 1994 la cumbre se celebrara en Granada (España), siguiendo por Montevideo en 1994, en 1998 en Lisboa, en 2000 en Rosario (Santa Fe), en 2005 en Sevilla, en 2007 en Valparaíso y en 2009 en Bariloche. Y en el siguiente año 2011 la cumbre se realizará en Seinäjoki (Finlandia).
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